El efecto beneficioso de la globalización en la pobreza mundial
La globalización implica la creciente interconexión de los países a través del comercio, inversión, tecnología e información. Este fenómeno ha cambiado la economía mundial y promueve mayor interacción entre naciones. La reducción de la pobreza es un objetivo clave en los esfuerzos globales de desarrollo, reflejado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, específicamente en el Objetivo 1.
Desde 1990, la pobreza extrema ha disminuido significativamente. Según Our World in Data, más de mil millones de personas menos estaban por debajo del umbral de $2,15 diarios en 2022 comparado con 1990. La cantidad de personas en pobreza extrema pasó de 2 mil millones en 1990 a 648 millones en 2019, lo que representa un promedio de 47 millones de personas que salieron de la pobreza cada año. En términos diarios, 130.000 personas escaparon de la pobreza extrema. La tasa global de pobreza cayó del 37,8% en 1990 al 11,2% en 2014, mostrando una significativa mejora en las condiciones de vida.
La pandemia de COVID-19 interrumpió la reducción de la pobreza. Según el Banco Mundial, más de 70 millones de personas cayeron en la pobreza extrema entre 2019 y 2020, lo que revirtió años de progreso. Este aumento evidenció la fragilidad de los esfuerzos contra la pobreza ante crisis globales. A pesar de avances, se prevé que cientos de millones seguirán en pobreza extrema, dificultando el objetivo de erradicarla para 2030.
Fuente: Our World in Data, 2025
La globalización, especialmente a través del comercio internacional y la integración económica, ha sido crucial en la reducción de la pobreza desde 1990. Ha creado condiciones para el crecimiento económico acelerado y la transmisión de conocimientos, lo que favorece la disminución de la pobreza en países en desarrollo mediante varios mecanismos.
El comercio internacional ha incrementado los ingresos globales y reducido la pobreza. Entre 1988 y 2013, el comercio de mercancías creció significativamente en proporción al PIB mundial, coincidiendo con una reducción sustancial de la pobreza. Las economías integradas experimentan un crecimiento económico más rápido, beneficiando incluso a los segmentos más pobres. El comercio también aumenta la productividad, especialmente para aquellos países involucrados en cadenas globales de valor (CGV). Estas cadenas permiten a los países en desarrollo especializarse en partes específicas de la producción, accediendo a tecnología, experiencia e inversión extranjera, lo que impulsa su crecimiento del ingreso.
La Inversión Extranjera Directa (IED) ha sido clave en la reducción de la pobreza mundial. Promueve la inversión nacional, mejora la eficiencia y transfiere tecnologías a economías en desarrollo. Además, las empresas exportadoras en estos países suelen emplear más mujeres que las no exportadoras, favoreciendo la igualdad de género y el empoderamiento económico femenino. La globalización facilita la difusión de tecnología e innovación. Permite la propagación de habilidades y tecnologías, y la participación en cadenas de valor mundiales brinda acceso a inversión extranjera y conocimiento técnico. Además, abre mercados para tecnologías de producción limpias y sistemas de gestión ecoeficientes, mejorando la productividad y creando oportunidades económicas que elevan el nivel de vida.
Finalmente, la globalización ha facilitado un mayor acceso a la información y a los mercados internacionales. Los avances en las tecnologías de la información y la comunicación han acelerado la integración mundial de los procesos productivos. En esencia, la globalización proporciona un acceso más amplio a los mercados, el capital y la tecnología para una mayor cantidad de personas. Esta conectividad y acceso ampliados a los mercados internacionales abren nuevas oportunidades para la generación de ingresos y el progreso económico tanto de individuos como de empresas en los países en desarrollo.
Las experiencias de diversos países constituyen una prueba contundente del potencial de la globalización para fomentar la reducción de la pobreza. El notable logro de China, al sacar a casi 800 millones de personas de la pobreza en las últimas cuatro décadas, es un ejemplo destacado. La implementación de reformas económicas en Vietnam y su apertura a la economía global permitieron que aproximadamente 40 millones de personas escaparan de la pobreza entre 1993 y 2014. Asia Oriental y Asia Meridional, como regiones, han experimentado descensos significativos en las tasas de pobreza extrema, atribuibles en gran medida a su adopción de la globalización. Estos casos de éxito subrayan el poder transformador de la integración económica global y la implementación de políticas nacionales de apoyo.